domingo, 28 de marzo de 2010

UNA MOSCA Y UNA ARAÑA

James Thurber, escritor y humorista norteamericano (1894-1961), escribió una fábula que cuenta de una araña que vivía en una casa vieja y allí tejió una hermosa tela para atrapar moscas. Cada vez que una mosca se enredaba en la tela corría la araña a devorarla para que las otras moscas no la vieran ahí atrapada, y siguieran considerando esa red segura para tomarse un descanso.Pero hubo una vez una mosca medio inteligente, como así la define su autor. Revoloteaba y no se decidía a posarse en los hilos de la araña.
La araña la invito a bajar. La mosca rehusó:
“Nunca me poso donde no veo otras moscas”, dijo, y se alejó y voló hacia un lugar donde había muchas moscas.
Cuando iba a posarse pasaba por ahí una abeja que le hizo saber:
“Ten cuidado, estúpida, que es papel cazamoscas y están todas presas…”
La mosca no entendió a la advertencia, y ahí se fue, a su exterminio, pero con las demás…
Con esta fábula el escritor estaba intentando enseñar que la multitud no es garantía de nada. Más bien es garantía de pegoteo.
Aunque es cierto que produce seguridad, esa sensación tan dulce de ser colegas, y de participar en actividades juntos con un gran grupo de personas.
Esto ocurre porque nuestra identidad personal necesita de seguridad, de marcos de contención, del ser como todos. Pero esa identidad personal también se construye en aquellos ratos del ser diferente, que se dan en circunstancias que no se comparten con otros, ni con multitudes.
A lo largo de mi vida he formado parte de grandes grupos y colectivos de personas, he compartido, buenas y no tan buenas experiencias, pero si una cosa importante he aprendido, es que lo que más me ha ayudado a construir mi identidad y personalidad es lo momentos llamémosle de soledad, es decir aquellos tiempos en que no he participado en ningún proyecto o formado parte de ningún grupo específico de personas.
Si tú te encuentras como esa mosca en soledad, recuerda que aun así puedes construir tu identidad personal. Los que suponen que te han dejado solo, con el ánimo de que al verte en esta situación vuelvas al grupo, al colectivo, no cuentan con ello…, es decir que no cuentan que en la soledad se construye a veces la personalidad más valiosa y aprendes a apreciar a tus verdaderos amigos, que en definitiva son los que te quieren, y entre estos encontramos al Creador de la humanidad, llamémosle, como queramos hacerlo.
Un saludo
Agapito