martes, 9 de abril de 2013

MEMORIA DE LA REALEZA ESPAÑOLA .. DE AQUELLOS BARROS VIENEN ESTOS LODOS


El nacimiento escandaloso de Alfonso XII
Si  ISABEL II daba a luz un niño, se evitaba una guerra carlista. ¿QUÉ IMPORTABA REALMENTE QUIÉN FUERA EL PADRE ?
Tres guerras civiles brutales hubo en el XIX porque Fernando VII no tuvo un heredero varón. Por eso, cuando el cañón disparó 21 salvas en la noche del 28 de noviembre de 1857, anunciando que Isabel II había dado a luz un príncipe, Madrid se volvió loco de alegría.
Los teatros interrumpieron las funciones, las orquestas rompieron a tocar la Marcha Real con el público puesto en pie, aplaudiendo a rabiar, y los noctámbulos que llenaban los cafés se echaron a las calles a celebrarlo. Entre el jolgorio y los petardos se oían de todas maneras unos vítores extravagantes, muestras del sarcasmo popular: “¡Ha nacido el Puigmoltejo!”
El mote no era caprichoso. Quería decir que la gente no consideraba al recién nacido príncipe de Asturias hijo del rey consorte, don Francisco de Asís, sino de un gallardo militar, Enrique Puigmoltó, cuya convivencia con la reina había dado lugar a todo un vodevil político durante el embarazo. Pero si ese recién nacido evitaba otra guerra carlista, ¿qué importaba quién fuera el padre?
ISABEL II Y SU " HIJO LEGITIMO" ALFONSO XII
Rumores
Isabel II tuvo nueve hijos. Su esposo y doblemente primo, Francisco de Asís, parece que no tuvo ninguno, estorbado por una legión de amantes: Serrano, el General Bonito; el marqués de Bedmar; el Pollo Arana; Puigmoltó; Miguel Tenorio; el aventurero Marfori, etcétera.
Quizá fuera lo mejor, pues la consanguinidad en aquel matrimonio real había llegado a un grado demencial. Los apellidos legales de los hijos de Isabel y Francisco de Asís eran Borbón y Borbón y Borbón... ocho veces seguidas.
El primer parto de Isabel II dio ya lugar a un escándalo. Nació un niño varón, pero muerto inmediatamente. El duque de Valencia se encargó de lo que debería haber hecho el rey, exponer el recién nacido al reconocimiento de la corte. En bandeja de oro, sobre un cojín de seda, pusieron el cuerpo desnudo del bebé, cubierto con una tela que el ministro de Gracia y Justicia levantaba ante el desfile de grandes de España, miembros del gobierno y del cuerpo diplomático.
Dos días después, la Gaceta de Madrid, periódico oficial de la corte, publicó un comunicado pintorescamente titulado Parte no oficial, firmado por el mayordomo mayor de S.M.. Era un desmentido de algo que no se nombraba, algo que afectaba a Francisco de Asís, una invención “de los hechos más absurdos”... Pero no se decían qué hechos.
El embajador francés daba, sin embargo, la clave en un informe enviado a París. Don Francisco de Asís había mandado sacar un molde de cera de la cara del cadáver, y encargó a Madrazo pintar un retrato del bebé muerto, porque quería buscar a quién se parecía el niño, ya que no era suyo.
No hubo tanto misterio sobre la paternidad del siguiente nacimiento real. Isabel II dio por segunda vez a luz un año después, esta vez una niña a la que llamaron también Isabel y que fue inmediatamente proclamada princesa de Asturias. Al fin un heredero, aunque fuera mujer. Sin embargo, nueve grandes de España se excusaron de asistir al bautizo, como era reglamentario. Unos decían sufrir un ataque de gota, otros que no tenían uniforme apropiado...


En realidad era un desplante de la Grandeza en protesta al escándalo en que vivía la reina, sin tapujos liada con el famoso Pollo Arana, un noble, guapo y valiente oficial que había ganado la Cruz de San Fernando jugándose la vida en la revolución del 48, y el amor de la reina en los bailes íntimos que tanto le gustaban a Isabel II. La nueva princesa de Asturias pasaría por tanto a la Historia con el sobrenombre de la Araneja.
El tercer parto de Isabel II fue otra niña que sólo vivió tres días, pero a finales del verano de hace siglo y medio se anunció un nuevo embarazo. Y embarazosa resultaba la situación, puesto que el rey consorte se había ido a vivir al Pardo, mientras que la reina mantenía abiertamente una relación con el que todos llamaban el Favorito, Enrique Puigmoltó, a quien Isabel II había nombrado vizconde de Miranda para celebrar el embarazo.
Así no se podía mantener siquiera la ficción de que el niño fuera hijo de sus padres legítimos, los reyes, de manera que el Gobierno y la Iglesia decidieron intervenir. Gobernaba entonces España don Ramón Narváez,el Espadón de Loja, un general conservador cuyas maneras autoritarias temía todo el país. Tres meses antes del alumbramiento, amenazó Narváez a Isabel II con dimitir y provocar una crisis de gobierno si no desterraba de inmediato a Puigmoltó y volvía el rey a la corte, pero ella no hizo ni caso.
Sin confesión
Atacaron entonces el arzobispo de Toledo y el nuncio de Su Santidad, advirtiendo que el Papa “encontraba dificultades” en apadrinar al recién nacido “ante lo delicado de la situación”. Era una catástrofe institucional para la monarquía católica, pero a Isabel II le entró la amenaza por un oído y le salió por otro.
El último recurso era el confesor de Isabel II, el padre Claret. Tenía fama de santo y, de hecho, subiría a los altares, y la reina que, aparte de casquivana, era muy beata, le había hecho venir de Cuba para que fuese su director espiritual. El padre Claret le dio un ultimátum tremendo: mientras no se fuera Puigmoltó de palacio, no lo pisaría el cura, y por lo tanto se quedaría la reina sin confesión.
Pero Isabel II era terca y resistió más de medio año el chantaje moral. Puigmoltó vio por tanto nacer en palacio a su supuesto hijo, y solamente cuando el príncipe de Asturias había cumplido los tres meses fue trasladado a Valencia, y don Francisco de Asís volvió a Madrid para cubrir las apariencias.
Cómo preparar un parto real
Isabel II no hacía caso del nuncio, el arzobispo ni el confesor, pero recurría directamente a los santos. Era de una beatería supersticiosa y estaba obsesionada por rodearse de reliquias para favorecer el alumbramiento. Ya había acumulado catorce, incluida la mano derecha de San Juan y dos espinas de la corona de Cristo, pero para el nacimiento de Alfonso XII hizo traer de Lérida el cráneo de San Ramón Nonato y mandó a un coronel a Sitges a buscar el cristal de San Valentín. Era muy derrochona y gastó una fortuna en limosnas para propiciar el buen parto. Tampoco salió barata la canastilla del bebé. La reina se la encargó al instituto de “jóvenes descarriadas” (léase prostitutas retiradas de la calle) de la vizcondesa de Jorbalán. La Jorbalán, que tenía fama de loca pero sería canonizada por Pío XI, mandó dos personas a París a comprar las telas, con lo que la factura se puso por las nubes.

ISABEL II SUPO CÓMO DARSE VIDILLA
 Dicen que Isabel II le dijo a su madre el día antes de casarse: "He cedido como reina, pero no como mujer. Yo no he buscado a este hombre para que fuese mi marido; me lo han impuesto y no lo quiero" La noche de bodas fue un fracaso. Más tarde diría Isabel II al diplomático León y Castillo: "¿Qué voy a decirte de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más bordados que yo en la mía?". Al parecer el rey Francisco de Asís, alias Paco Natillas, no consumó el matrimonio. La gente cantaba: "Paco Natillas es de pasta flora y se mea en cuclillas como una señora". Dicen que tenía tantos amantes masculinos, como Isabel II. Entre los de la reina cabe destacar a el compositor Emilio Arrieta, Carlos Marfori, José María Ruiz de Arana, conocido este en Madrid como "el pollo Arana". Otro, el militar Puig y Moltó, a quién se atribuía, junto con Arana, la paternidad del futuro Alfonso XII. Por su parte, el pueblo cantaba mientras tanto: "Isabelona tan frescachona y don Paquito tan mariquito.". De don Francisco de Asís se decía que mantenía relaciones íntimas con Antonio Ramos Meneses. Cuando en 1860, el general O,Donell fue a despedirse de Isabel II antes de irse a la guerra de África, la reina le dijo cariñosamente que si ella fuera hombre iría con él. Francisco de Asís, que estaba presente, añadió: "Lo mismo te digo, O,Donell, lo mismo te digo". Sobre Arana hay una anécdota muy graciosa. Un día don Francisco le llegó a decir a la reina que tuviera cuidado con el pollo Arana, que le estaba poniendo los cuernos. Mayor comprensión imposible. Francisco de Asís le decía al ministro de la gobernación :"Es forzoso que Serrano desaparezca. Se ha referido a mí en términos malsonantes. Eso no lo admito. ¡Serrano! ¿sabes lo que es? Un Godoy fracasado. Al menos el otro para obtener los favores de mi abuela supo ganarse el afecto de Carlos IV". Por otra parte, a cada uno de los varios embarazos de Isabel II se atribuye un hombre distinto. Después de "la gloriosa" los dos se exiliaron en Francia, pero el matrimonio se separó. Lo mismo que haría después su nieto Alfonso XIII.

DON FRANCISCO DE ASIS, MARIDO DE CONVENIENCIA DE ISABEL II Y , PARECE SER , NADA ACTIVO EN LOS DESCENDIENTES DE LA REINA DE ESPAÑA
Su verdadero amor fue Antonio amos Menese
Frente a tanta promiscuidad, su esposo putativo demostró mucha mayor fidelidad a su amante oficial, Antonio Ramos Meneses, al que por ese motivo apodan los historiadores “el fiel Meneses”. Pasaron el exilio en el espectacular castillo de Épinay–sur-Mer, con algunas dificultades económicas, por lo que Francisco de Asís denunció a su presunta esposa ante los tribunales de Justicia de París, reclamando que le pasara la pensión a que tenía derecho. La ex-reina poseía una de las mayores fortunas de Europa, muy bien colocada, y la Junta Revolucionaria de Madrid cometió la estupidez de tolerar en octubre de 1868 que un delegado de la ex-reina se llevara de palacio todas las joyas de la Corona, que lo eran de la nación. El 8 de abril de 1870 se publicó el fallo a favor de Francisco de Asís, otorgándole una pensión de 150.000 francos anuales. El rey consorte chantajeó siempre a su real pareja, para que le surtiera de dineros con los que mantener su pequeña corte, amenazándola con no reconocer a sus hijos putativos.
Pero no le bastaba con el dinero. En agosto de 1868, en vísperas de la Gloriosa, la convenció para que otorgara a su compañero el ducado de Baños con grandeza de España de primera clase, confirmado el 31 de julio de 1875 por Alfonso XII. Además en el mes de junio de 1874 la chantajeó para que solicitara a Pío IX la concesión de la gran cruz de la Orden de Cristo para su compañero.
Tales son las virtudes que adornaban a Isabel de Borbón y a su familia.
 Antonio José Ramos de Meneses, Ramírez y Morillas-Carreño, 1. duque de BAÑOS, Grande de España de 1. clase (31.7.1875), «en premio de los servicios prestados como apoderado general de la casa del rey Francisco de Asís, padre de Alfonso XII», baut Morón de la Frontera 14.5.1826, + 1882.
 Amigo estrecho de Francisco de Asís de Borbón, marido de Isabel II, pidió en 1866 la rehabilitación a su favor del titulo de duque de Baños, alegando un  "matrimonio" de su cuarto abuelo Cristóbal Ramos con María de Guadalupe de Lancaster y Cárdenas, madre del 1. duque de Baños, y abuela del 2. duque de Baños (ver BAÑOS (I), duques de), matrimonio del todo ficticio ya que no estaba confirmado ni siquiera sugerido por las genealogías de la casa de Lancaster, como sucesor en linea directa de dicha señora, según las prescripciones de la resolución de ampliación de sucesión concedida por Felipe VI en 1751; la petición resultó sin éxito al momento de la abdicación de Isabel II; a la Restauración le fue otorgado nueva merced de duque, con igual denominación, título que quedó vacante a su muerte y luego caducado.
En 1924 hubo nueva petición de rehabilitación por parte de N Ramos de Molins, descendiente de rama colateral de los Ramos, petición también recusada (ver Cadenas y Vicente 1962).
 el capitán Enrique Puig Moltó, se le atribuye la paternidad del que sería el rey Alfonso XII. Cuentan que la reina se sinceró así con su heredero: “Hijo mío, la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía”. Alfonso de Borbón, lejos aún de ser coronado como Alfonso XII, conoció en Viena, en 1872, a la cantante de ópera Elena Sanz, con la que inició una ardiente relación que no se interrumpió ni cuando él, en 1875, con la Restauración, alcanzó el trono español, ni durante los dos matrimonios del rey. Ya sabemos dónde iba Alfonso XII
Efectivamente, mientras se desarrollaban los románticos acontecimientos del noviazgo y matrimonio de Alfonso XII con Mª de las Mercedes de Orleáns y el triste desenlace de la muerte a los pocos meses de ella, Elena seguía recibiendo con asiduidad en su casa las visitas del monarca. Al morir Mª de las Mercedes, el rey se retiró por un tiempo al palacio de Riofrío, para llorar la desgracia conyugal. Pero allí estaba Elena Sanz para consolarle. De modo que la pregunta de la célebre cancioncilla, ¿Dónde vas, Alfonso XII, dónde vas, triste de ti?, tiene una fácil respuesta: a Riofrío con Elena. Cuando, en noviembre de 1879, el rey volvió a casarse, esta vez con la archiduquesa Mª Cristina de Habsburgo, Elena estaba embarazada de siete meses. Alfonso prosiguió sus relaciones con su amante. Cuando falleció el rey, la regente expulsó de España a Elena Sanz y a sus hijos.
EL TRÍO AMOROSO DE VICTORIA EUGENIA
Recién llegados al exilio de Fontainebleau, Victoria Eugenia abandona a su esposo, Alfonso XIII, harta de su infidelidad y sus desprecios, y se refugia en el hijo del duque de Lécera y su esposa, exiliados junto a la pareja real; con ellos vivirá los siguientes cinco años. Alertada por una simple frase en la biografía oficial de la reina, Salisachs investigó qué tipo de relación era aquella. Su conclusión, avalada por descendientes de algunos testigos íntimos, es que tanto Jaime, el futuro duque, como su esposa, estaban enamorados de Victoria Eugenia, Ena, quien a su vez sentía parejo amor por aquel hombre. La historia oficial había hablado ya, había acusado a la reina de amoríos con el duque de Lécera, "pero no fue el padre, sino su hijo Jaime, quien se enamoró de ella, siete años mayor que él; y también su esposa, que era lesbiana". A juicio de la escritora y sus confidentes, fue aquella una amitié amoureuse a tres bandas, que no llegaría a consumarse, consciente la Reina de la diferencia de edad y el escándalo que supondría. "Era una mujer demasiado recta para ello; su amor fue siempre platónico y se conservó hasta su muerte, en 1969. Yo he tenido la suerte de conocer y escuchar a los descendientes de quienes trataron a la reina, que me dieron fechas y todo tipo de detalles".
 Tanto el duque, Jaime de Silva y Mitjans, XVII duque de Lecera, como la duquesa, María del Rosario Agrela y Bueno, II condesa de Agrela, estaban enamorados de la reina Victoria Eugenia. No creo que la reina les correspondiera pero parece ser que recien salidos de España hacia el exilio, el rey Don Alfonso XIII le pidió a su esposa que eligiera entre los Lecera o él. S.M. la reina Doña Victoria Eugenia harta de la prepotencia de su esposo le contestó "los elijo a ellos y no quiero volver a ver tu fea cara nunca más". A partir de ese momento Don Alfonso y Doña Victoria Eugenia tomaron rumbos diferentes.
El actual duque de Lecera, Jaime de Silva y Agrela, hijo de los esos duques de Lecerá se casó en 1946 con Ana María de Mora y Aragón, hermana de S.M. la reina Doña Fabiola de los Belgas.
VICTORIA EUGENIA DE BATTENBERG ERA AHIJADA DE EUGENIA DE MONTIJO , EMPERATRIZ DE FRANCIA Y HERMANA DE LA DUQUESA CONSORTE DE ALBA
Lo que particularmente más la hace sufrir son la camarilla de cortesanos que rodean al rey y le ríen todas las gracias, e incluso se permiten complicar la vida de la reina todavía más. Quizá el peor de todos sea Pepe Viana, marqués del mismo nombre. El que quiera saber de las infidelidades y calaveradas del rey, debe leer la biografía de la reina de Gerard Noel, que como no es español, no tiene porque esconder los pecados de Alfonso XIII. El rey culpa a su esposa de la mala salud de sus hijos, y lo cierto es que siente remordimientos porque no es capaz de quererlos como se merecen; por lo cual busca olvidarse de sus problemas en los brazos de otras mujeres. Se sabe que ya al poco de casados, deja embarazada a una niñera irlandesa, a la que se despacha enseguida a París, donde da a luz una niña. También Noel ha especulado que el rey mantuvo un romance con Beatriz de Sajonia Coburgo, prima de su esposa. En cualquier caso, candidatas a ocupar el lecho real no faltan, y de buscarlas se ocupa doña Sol, duquesa viuda de Santoña y hermana del duque de Alba. Cuando muere la emperatriz Eugenia, Ena se queda todavía más desprotegida en la corte. Parece ser que otra conquista del rey fue la famosa Celia Gámez. Pero su preferida era otra actriz, llamada Carmen Ruíz Moragas, que curiosamente guardaba cierto parecido físico con la reina.
LA ACTRIZ CARMEN RUIZ MORAGAS. AMANTE DE ALFONSO XIII Y MADRE DE DON LEANDRO DE BORBÓN

Precisamente con Carmen Ruíz Moragas tiene el rey dos hijos: Teresa Alfonsa, que murió joven, y Leandro, que todavía vive y se parece bastante a su padre, cuyos apellidos consiguió al fin que los tribunales le reconociesen. Se jacta en algunas entrevistas de que el rey don Juan Carlos le llama "tío Leandro". Estos hijos eran sanos, por supuesto, y parece ser que la reina Cristina se acercaba a escondidas a la cerca del chalet donde vivían para atisbar a sus nietos ilegítimos a través de la verja. Esta relación sentó muy mal a Ena, porque podía tolerar devaneos, pero no una amante fija. Además, llega a sus oídos que el marqués de Viana aconseja al rey que trate de anular el matrimonio con Victoria Eugenia a causa de la enfermedad que padecen sus hijos. Se cuenta que la reina hace llamar a su gabinete a Viana y le dice: "no está en mis manos castigarle como se merece. Solo Dios puede hacerlo". Y parece que lo hizo, porque Pepe Viana se murió aquella misma noche. En 1923 la reina acompaña a su esposo en un viaje por Italia, donde presenta a Primo de Rivera con la torpe frase de "Este es mi Mussolinni". En cambio la reina nunca tuvo tan claro el abandono de las garantías constitucionales. Visitan también el Vaticano, como no podía ser menos en unos monarcas católicos. La noche del 5 de febrero de 1926 quedará grabada para siempre en la memoria de Alfonso XIII, porque perdió a la persona que con más fervor amó en toda su vida. La reina Cristina se acuesta después de haber visto una película con sus nietos, y al poco tiempo llama a su doncella Martina, quejándose de un dolor en el pecho. Apenas da tiempo a avisar a su hijo, que intenta hacerle un masaje cardíaco. Pero la reina fallece sin haber recuperado la consciencia. Alfonso XIII se sume en una enorme depresión a la muerte de la que había sido su madre y su más fiel consejera. Sin embargo, cuando en 1931 llegue el final de su reinado, confesará que ha sido una bendición que la reina Cristina no estuviese viva para verlo.
La reina, su esposa, no puede ayudarle porque la relación entre los dos está irremediablemente rota y solo siguen juntos porque son los Reyes de España. En 1930 corren ya muchos bulos acerca del rey, y el socialista Indalecio Prieto le acusa de sucios negocios para enriquecerse. Lo que casi nadie sabe en España es la gran cantidad de dinero que el rey se ha gastado de su fortuna personal para salvar a los refugiados y prisioneros de la I GM. El año 1930 trae también dos pronunciamientos militares que son sofocados: uno en Jaca y otro en Cuatro Vientos. A principios del año 1931 Ena viaja a Londres para ocuparse de su madre, que padece una fuerte bronquitis y además ha sufrido una aparatosa caída. Pero enseguida decide volver a España cuando se entera del cariz que tiene la situación política. Decide que debe estar al lado de su esposo, ya que el conde de Romanones y el marqués de Alhucemas han solicitado cortes constituyentes para tratar el problema del país. Hay historiadores que afirman que le ofrecieron a Victoria Eugenia la regencia cuando se obligase al rey a abdicar. Pero ella se niega y se lo cuenta todo a su marido. Cuando el 12 de abril de 1931 en las elecciones municipales salen elegidos mayoría de concejales republicanos, el rey decide que tiene que salir del país. Teme una guerra civil que no desea para España. Se marcha el día 14, y la noche anterior cena a solas con su esposa y acuerdan que ella saldrá al día siguiente y toda la familia se reunirá en París. Sale en coche hasta Cartagena, donde embarca en el "Príncipe de Asturias", que le llevará a Marsella. La situación de la reina es delicada, sobre todo porque su hijo mayor convalece de una recaída de su enfermedad y apenas se tiene en pie. La infanta María Cristina acaba de ser operada de apendicitis y su cuñada, la marquesa de Carisbrooke, también está convaleciente de una intervención que le han hecho en la Cruz Roja. La infanta Isabel, La Chata, debe quedarse unos días más en su Palacio de la Quintana, hasta poder marcharse a París, donde morirá al poco tiempo. La última noche en palacio las infantas tienen tanto miedo que duermen en el cuarto de su madre. Una muchedumbre enloquecida grita fuera mientras algunos intentan escalar hasta las ventanas del palacio para entrar. Victoria Eugenia no puede evitar acordarse del final de su prima Alix y toda su familia, en Rusia.

Al día siguiente la reina y todos los que la acompañan, salen de mañana del palacio, y Ena se despide de todos, intentando mantener la serenidad. Toman el tren en El Escorial, acompañados del almirante Aznar y del conde de Romanones, que había prometido al rey responder con su vida de la seguridad de toda la familia real. En Galapagar de detienen y la reina se despide de todos. Se encuentran también allí los generales Sanjurjo y Kindelán, y José Antonio Primo de Rivera, al que Victoria Eugenia dice: "si tu padre estuviese vivo, no hubiésemos llegado a esto". Tienen que cambiar de vagón en Ávila por un recalentamiento de la maquinaria; y en algunos lugares reciben insultos y abucheos, mientras que en otros les aplauden. Se reúnen con el rey en el hotel Meurice de Paris, y allí el rey hace cuentas para saber de cuanto dispone para salir adelante. Todos sus inmuebles, por supuesto, están en España, e incluso la mayor parte de sus valores, pues solo un tercio están en bancos ingleses y franceses. Calcula que le alcanzará para vivir, aunque sin dispendios, porque además la enfermedad de sus hijos le ocasiona muchos gastos. La primera medida que toman es dejar el hotel, porque ahora es demasiado caro para su situación. Se trasladan al hotel Savoy, en Fontainebleau. Y los reyes tienen que enfrentar un tema doloroso, pero necesario. Su convivencia como pareja está rota desde hace tiempo, y ahora ya no es necesario seguir disimulando, porque ya no reinan. Ninguno de los dos desea una separación legal o una anulación, pero tampoco pueden seguir compartiendo el mismo techo, así que llegan al acuerdo de hacer vidas separadas; aunque hay problemas por la pensión de la reina. Sus abogados reclaman más, pero al final Ena cede y se conforma con las seis mil libras anuales que Alfonso había ofrecido desde el principio. El gobierno de la República tiene el detalle de devolverle sus joyas, que sacarán a la reina de más de un apuro económico. Al príncipe de Asturias se le interna primero en Neully y luego se trasladará a una clínica suiza, donde conoce a una rica heredera cubana, que también está enferma, llamada Edelmira Sampedro. Se enamoran y deciden casarse, aunque primero su padre le obliga a que renuncie a sus derechos como heredero, debido a su matrimonio morganático. A su segundo hijo, Jaime, también el rey le obligará, en virtud de su minusvalía, a renunciar a sus derechos por si y por sus descendientes. Algo que el rey reprochó siempre a su esposa fue su íntima amistad con los duques de Lécera, los cuales parece ser que estaban, ambos, enamorados de la reina. Cuando en su última discusión Alfonso obliga a Ena a elegir entre él o los duques, la reina monta en cólera, y le contesta, en inglés: "I choose them, and I don´t want to see you ugly face never more". Esto es lo que cuenta Noel en su biografía de la reina. Ena dividirá ahora su tiempo entre Suiza y Londres, y el rey permanece, de momento, en Paris.


PILAR EYRE:
13. Pilar, en tu novela aparece una fotografía de la reina Victoria Eugenia luciendo la tiara Cartier, y a pie de foto, que la tiara actualmente está desaparecida. Solo aclarar que la tiara la posee su majestad el rey que la compró a una de sus tias. La reina la luce mucho en cenas de gala. Aparte de esta aclaración, ¿fue un problema la pasión de Victoria Eugenia por las joyas y los vestidos en su relación con la familia real española?
gracias por la aclaración! El rey intentaba compensar a su mujer por sus constantes y públicas infidelidades con joyas. Tengop un documento muy revelador: unos recibos de la casa Cartier de París que encontré en una librería de viejo, con dos recibos dirigidos al rey de epsaña con joyas "pour la reines" y "pour mademouiselle Mistinguet". En ambos casos se trataba de aguamarinas.
14. Buenos días. Yo creo que ser Reina implica un trabajo serio y duro si se cumple su cometido. Ena de Battenberg no pudo hacer su trabajo porque estaba anulada (es mi impresión) corrígeme si me equivoco Pilar. ¿Hay derecho que el Rey Alfonso XIII impidiera a su esposa desarrollar su "trabajo" de Reina por ser un Rey tan machista?.
gracias, me alegro que reconozcas el trabajo que hay detrás de este libro, me he apoyado en muchos historiadores, desde de la Cierva a Ricardo Mateos, de Rafael Borrás a Gómez Santos, sin olvidar suus dos biografos ingleses y la multitud de revistras inglesas y españolas que han publicado so bre ella. Y las memorias d elos colaterales, desde el duque de Windsor a diversos miembros de la familia real española. Alfonso xIII anuló a su muje, la maltrató y la humilló y su conducta es totalemente denunciable.
16. Decir que Victoria Eugenia de Battenberg no fue querida por nadie, es algo muy duro.¿Realmente nadie la quiso?¿Quién, de toda su amplia familia, fue su principal apoyo?
su prima, que la traicionó, las novias de sus hijos, con quien su marido intentó acostarse, sus damas, que le ofercían amantes al rey... pero si hubo cuatro damas insobornables que la siguieron hasta el exilio: Conchita Heredia, Luisa Rich, Rosario Lecera y la duquesa de la Victoria.
 19/05/1934 - ABC (Madrid) - Página 5
Doña Victoria Battemberg, en Londres. ¿Acompañada de los duques de Lécera, dona Victoria Eugenia de Battetnberg ha liegado a Londres para pasar unos días. Un fotógrafo retrató así a doña Victoria a m salida del hotel Dorchesier. (Foto Ortis- Keys tone
Y LLEGAMOS A NUESTROS DÍAS..MÁS DE LO MISMO, CORINNE LARSEN...LA HISTORIA SE REPITE

 La cena íntima de la que disfrutó el rey Juan Carlos con el príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina casi un año en el conocido restaurante madrileño "El Landó" no fue un simple encuentro familiar.
 Fue una reunión premeditada por el rey para revelarles a sus hijos su "especial amistad con la princesa alemana Corinne zu Sayn-Wittgenstein", según revela el diario on-line español El Pulso.
 "¿Recuerdan las fotografías de hace unos meses en las que se veía al Rey entrando en el restaurante para cenar con sus tres hijos? ...", se pregunta el diario. "Esa cena no fue únicamente para disfrutar de las ensaladas de tomate o las famosas chuletitas de cordero de uno de los restaurantes favoritos del monarca, sino que tenía un motivo"
 Más bien una sorpresa que don Juan Carlos quiso transmitir a sus hijos, para lo cual era mejor reunirles fuera de Palacio y en un ambiente agradable y distendido que quitaba formalidad a su discurso.
 "¿De qué se habló en esa cena?", se preguntaba el diario on-line Libertad Digital. "Los comensales de otras mesas afirmaron que el encuentro fue distendido en extremo. ¿Por qué no fueron Sofía o doña Letizia? Ese día don Juan Carlos había oficiado solo el único acto del día".
 "Por otro lado", prosigue la publicación, "se sabe que doña Letizia estaba en Madrid. Según La Otra Crónica, el posible cansancio de la princesa no parece una excusa. Urdangarín permanecía en Washington. Y la reina estaba de viaje oficial pero resulta extraño que en una cena familiar se celebrase sin ella".
 Según amigos muy cercanos a Juan Carlos de Borbón, lo que cuentan que esa noche podría haber comunicado a sus hijos es su especial amistad con la princesa alemana Corinne zu Sayn-Wittgensteiny la importancia de esta atractiva mujer en su vida. 
 La misma fuente aseguró a Pulso.es que desde hace unos meses Corinne vive junto a su hija en un chalet del palacio de El Pardo (Madrid), suficientemente "protegida de la mirada de curiosos, que deja cuando sale los fines de semana de cacería junto al rey". 
 El diario agrega que se comporta como "una auténtica anfitriona que organiza y dispone a su antojo como dueña y señora de la casa". 
 El nombre de Corinne resuena con fuerza desde que, en el último y polémico libro de Pilar Eyre, La soledad de la reina, se la mencionara como una de las muchas amantes del rey de España, junto a la princesa María Gabriella de Saboya, la condesa Olginha Nicolis de Robilant y Sara Montiel, como apasionada amante del rey don Juan Carlos.
 El diaro El Mundo desgranaba en un artículo, publicado unos meses antes del mencionado encuentro del rey con sus hijos, quién era esta "bella princesa que triunfa en España"
 Comprometida con numerosas actividades filantrópicas, aficionada a los safaris, la caza, las regatas, las embarcaciones y la navegación en general, de hecho ocupó el puesto 18 en la tripulación del Desafío Español junto al príncipe Federico de Dinamarca.
 Pilar Eyre también la menciona varias veces en su flamante libro: "Nosotros sabíamos perfectamente por qué la reina no quería ir a Barcelona. Las razones se reducían a una y tenían nombre de mujer: Corinne.«La novia alemana del rey», según decía tranquilamente Raúl del Pozo en su columna de El Mundo".
Articulo compilado por Enrique lafuente Muñoz
Un saludo 
Agapito


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