domingo, 20 de febrero de 2022

LA DESBANDÁ

 LA DESBANDÁ

 

  


…] A 16 kilómetros de Almeria mis sueños se vieron interrumpidos por una extraña procesión. Miré detenidamente por el parabrisas, y vi, ¿Campesinos?, Si, pero al acercarnos y mirarlos de cerca, ya no eran simples campesinos trajinando laboriosamente con sus asnos.

[…] Se aproximaba a nosotros un hombre que llevaba un burro cogido de una cuerda, arrastrando los pies, cabeceando, con un niño atado a la espalda, en un mantón. 

Al burro lo coronaban un colchón, ollas y sartenes, un par de botas, mantas, una jarra de agua. Un niño se colgaba del rabo del asno. Detrás, iba una mujer con un crío en brazos, y tras ella un anciano renqueante con un bastón, arrastrando a otro niño de la mano.

     Los refugiados adelantaron el coche aparentemente sin verlo. Caminaban lenta y pesadamente, agotados, con los pies arrastrando el duro asfalto, sus espaldas caídas como si alguien las empujara hacia adelante, sus bocas colgando abiertas, la mirada en blanco, un síntoma inconsciente del agotamiento absoluto.

      Un poco más abajo, siguiendo la carretera, un grupo de gente tupía la curva. Eran como dolientes detrás del coche fúnebre. Los hombres se tambaleaban bajo anchos sombreros, las mujeres iban tras sus huellas titubeando, con sus tradicionales capas oscuras de algodón, los niños llevaban únicamente calzones o braguitas, sus cuerpos semidesnudos calientes bajo el sol.

     […] El segundo grupo se topó con nosotros y sentí una punzada de piedad, enfado, impaciencia. Girábamos, ya cada vuelta de curva había más y más refugiados.

Al principio afluían en grupos dispersos, luego a intervalos frecuentes, separados por un centenar de metros, después de cincuenta, y más tarde pisándose los talones unos a otros: una delgada línea fluyendo sin interrupción a los largo de la cuneta, el sol ardiente arriba, y abajo…, el mar.

     Había familias enteras caminando juntas, acarreando unas pocas pertenencias elementales: hombres y mujeres que parecían caminar solos, moviéndose si elección al ritmo marcado por otros; niños de rostro de rostro cansado y perplejo, pasando de mano en mano.

     Daban  la impresión de haber surgido de la tierra. Eran como sombras de ninguna parte hacia ninguna parte.

[…] Los había de todas las edades, pero sus rostros estaban demacrados con idéntica fatiga. Corrían a manadas junto a nuestro camión, sin expresión, una chica joven, una abuela  arrastrándose junto a dos hombres, los pies descalzos chorreando sangre, una mujer embarazada sosteniéndose la barriga, los ojos enormes aterrados.

Paramos el coche. Salí y me paré en el centro de la carretera. ¿ De donde venían?, ¿Hacia donde iban?, ¿Qué había ocurrido?. Me miraban quedamente de soslayo. No tenían fuerzas para continuar, pero temían detenerse. Los fascistas iban tras ellos dijeron. ¿Málaga? Si, eran de Málaga, Málaga había caído, la ciudad había sido desangrada y todo aquel capaz de caminar había huido por la carretera.

Si venían de Málaga llevaban por lo menos cinco días con sus cinco noches caminando, ¿Era posible?.

Norman Bethune.

NUNCA MÁS.





viernes, 4 de febrero de 2022

Soñando en tiempos de pandemia

 SOÑANDO EN TIEMPOS DE COVID

Me despertó un grito proveniente del fondo de la sala, me incorpore en la cama y me percaté que me encontraba en una gran sala, de dimensiones enormes, la cual se encontraba llena de camas alineadas unas al lado de la otras, todas ellas ocupadas por personas enfermas, frente a mi cama se encontraba una joven de cabellera pelirroja, y exuberantes pechos, totalmente vestida de blanco y sus facciones me parecieron angelicales, al ver que me había despertado, me miro sonriendo y exclamó en voz alta, ‘ha vuelto’, inmediatamente aparecieron otras jóvenes muy parecidas todas muy bellas, y se alinearon a ambos extremos de la cama en la cual yo me encontraba postrado.

Balbuceando acerté a decir:donde estoy?, pensaba que me había muerto y me encontraba en el cielo.

La joven del pelo cobrizo me cogió la mano y dirigiéndose a mi de forma cariñosa me dijo, ya paso el peligro don José, pensé para mi han cogido el primer nombre de mi DNI, pues aunque mi nombre completo es José Miguel, el que siempre utilizo y todos aquellas personas que me conocen utilizan el 2º Miguel.

En ese instante me di cuenta que me encontraba en la sala de un hospital, pero me sorprendió, pues ya hacía mucho tiempo que las habitaciones de los hospitales habían cambiado, lo normal es que hubiera 3 o 4 enfermas por habitación, pero madre mía volví a observar la sala y allí habría por menos 300 o 400 camas todas ellas ocupadas por personas enfermas, muchas de ellas quejándose ostensiblemente, y en la mayoría de ellas una enfermera a los pies o al lado de las personas enfermas.

Me sorprendió de sobremanera ver que en muchas lugares había Personas fumando, dije para mi, …que es esto, que hace esta gente fumando…

En estos pensamientos me encontraba y se acercó un señor con bata blanca me cogió de la mano, tomó mi pulso, me animó a incorporarme, se dirigió a la enfermera y le dijo para mi sorpresa, señorita, dele una copita de coñac, y una aspirina.

Deduje inmediatamente que el señor de bata blanca sería un médico y dirigiéndome a él le dije: Doctor coñac.?, y contestó ensañándome un pequeño folleto:… "Lo mejor para combatir la gripe: coñac Henri Garnier.



De pronto se escucharon unos lamentos enormes provenientes del fondo de aquella enorme sal, y observe en ir y venir de enfermeras y doctores, algunas persona que portaban mascarillas, todas lloraban desconsoladas, le pregunté a la enfermera que me estaba preparando la copita de coñac que le había recomendado el doctor que me diera junto a una aspirina, señora, que ocurre?,volviendo su mirada hacia mi me dijo, que ha fallecido Pepe Barranco, yo la miré sorprendido a la vez que extrañado, volvió a mirarme incrédula y repitió, Pepe Barranco Borch, el profesor de piano del Conservatorio, no me diga que no sabe quien es, subí mis hombros en señal de incredulidad y conteste, pues no, le respondí.

Bueno don José parece que de esta se ha escapado, tómese él coñac y la aspirina, y se marchó.

Con asombro e incredulidad giré mi cabeza y el señor que se encontraba en la cama,  justo al lado mío, que también estaba incorporado, comentó vaya suerte que hemos tenido maestro, nos hemos librado de una buena. Lo mire y le pregunté en voz baja pues vi que nos observaban otros enfermas con atención, oiga disculpe, donde estamos?, me miro sorprendido un instante y dijo, en el hospital civil, me contestó y mire ese que viene hay es el mejor doctor de Málaga, gire mi cabeza y vi avanzar por el pasillo un hombre de mediana edad, con bata blanca y enjúta barba, al vernos a mí y mi compañero de la cama de al lado incorporados enfrascados en conversación, se acercó nos miró con una sonrisa y de una manera muy amable, nos dijo, como se encuentran mis enfermos esta mañana?, Nos dio mucho ánimo, nos indicó que probablemente nos darían el alta, pues estaba muy necesitados de camas libres, y tras desearnos la bendición de Dios, siguió su marcha saludando y dando ánimos a todo aquel que se encontraba en el camino.

En ese momento me sentí zarandeado fuertemente y oí una voz que decía, Miguel, Miguel, despierte..., di un repullo y me vi sentado en una silla, rodeado de personas en igual situación (sentadas), y otras pasando a nuestro alrededor, inmediatamente recordé donde me encontraba. 

Estaba en el polideportivo de Carranque había ido a vacunarme y después de la vacuna me habían recomendado que esperara sentado aproximadamente 15 minutos por si la vacuna me daba reacción.

Parece que me había dormido y por decirlo de alguna manera me había transportado al año 1918, año que se identifica con el comienzo de la llamada influenza o gripe española, pues recordé que la tarde anterior estuve viendo en la televisión un documental sobre ella.

Octubre 2020

Jose Miguel