jueves, 24 de junio de 2010

La Muerte, ese gran negocio

Nadie puede negar de que la muerte es un gran negocio, y no siempre un negocio limpio, le preguntaron en una ocasión al escritor portugués José Saramago: ¿Qué pasaría si fuéramos eternos?, y contesto con esa parsimonia que lo caracterizaba al hablar: “sin la muerte mucha gente se arruinaría”.

Si la muerte desapareciera de repente, si la muerte dejara de matar, mucha gente entraría en pánico: funerarias, aseguradoras, residencias de ancianos... Y eso sin hablar del Estado, que no sabría ya cómo pagar las pensiones. Parece un chiste, aunque la cosa es seria porque la vejez cada vez dura más.
Una cosa es clara, que la sola idea de la muerte hace o contribuye a que perduren las religiones. Y todavía peor, el problema es que las diferentes iglesias y confesiones religiosas necesitan la muerte para poder vivir ellas. Y la razón es que se alimentan de la muerte, podríamos compararlo con la base o los cimientos sobre los cuales se asienta un edificio.
Parece una cosa increíble, pero esta es la realidad. Porque si no hubiera muerte, ninguna religión podría decirnos que nos portáramos bien, para vivir la vida eterna en el mas allá o en el más acá.
Nadie puede poner en duda de que los valores cristianos son unos principios extraordinarios, frases como: “Haz a los demás lo que te gustarían que te hicieran a ti”, encierran un humanismo y un valor extraordinario, pero de lo que no hay duda también es de que alrededor de la muerte las religiones han montado un gran negocio.
Me viene a la mente un suceso que viví cuando tendría 10 años más o menos por el inicio de los años 60 del siglo pasado, ocurrió que murió una vecina del bloque en el cual vivía, no tenía familia, era una excelente señora, los niños la queríamos un montón, pues siempre estaba dándonos caramelos y perras gordas (monedas de 10 céntimos), para comprar chucherías, recuerdo que se llamaba Ana, Bueno pues parecía que Ana la vecina no tenía familia, vivía sola, nunca conocimos los vecinos a nadie que viniera a visitarla, en el bloque era un miembro más de cada familia, comía en una casa, tomaba su cafelito de las tardes en otra y casi siempre en mi casa al caer la tarde se sentaba en la mesa camilla con el bracero y junto con mi familia escuchábamos a Alberto Oliveras, con su programa: ”ustedes son formidables”.
Bueno pues la morir esta buena señora el párroco de la Iglesia junto con las vecinas, se hizo cargo de todos sus enseres para llevarlos a un asilo de ancianos o algo parecido, y hete ay que ente sus cosas se encontró un sobre con bastantes billetes “verdes”, de los de mil pesetas de los años 60. Se imaginan como se puso todo el mundo de contento, empezaron a dar ideas de qué hacer con ese dinero, unos decían arreglamos la escalera y el portal que están muy deteriorados, otros comentaban lo usamos para ayudar a algunas familias de la calle que están muy necesitadas, los más hablaban de entregarlo a las hermanitas de los pobres que ellas lo usarías con buen criterio, en estas estaban los vecinos/as cuando se alza la voz del párroco y dice: "lo usaremos para darle misa de difuntos a la señora Ana para así de esta manera alcance el cielo con prontitud". Y ya está todos a aceptar la sugerencia del párroco, cualquiera le contradecía.
Y recuerdo que durante muchos días todas las vecinas del bloque se arreglaban todas las tardes y juntas se marchaban a escuchar la misa de difuntos que en la parroquia se celebraba en memoria de la señora Ana.
Así es, en torno a la muerte se ha montado un grandísimo negocio, y no es solo exclusiva de la Iglesia Católica, muchas otras confesiones sean cristianas o no también lo han hecho, a los seguidores del Islam algunos fanáticos los convencen para que se inmolen junto a personas inocentes y vivirán eternamente en el paraíso junto a Ala, algunos grupos que se dicen cristianos, le dicen a sus seguidores que Dios prohíbe los trasplantes de órganos que eso es canibalismo moderno y ya está a dejar morir a padres, madres, hijos, nietos etc. Ah, pero mañana cambian y ya se pueden hacer y dicen, es que Dios nos revela otra cosa ahora.
Qué pena de verdad es patético ver como a nuestra costa las religiones hacen negocio, se procuran adeptos muy bien enseñados he instruidos con un único objetivo, perdurar en el tiempo y lograr eso que hacen ahora los gobiernos que la denominen Religión de notorio arraigo en la sociedad, y de esta manera beneficiarse de las prebendas que esto conlleva.
Así que mi humilde consejo es, porque no usamos nuestro tiempo de una manera eficaz, ayudando de verdad a nuestros semejantes, haciendo cosas positivas por ellos, si realmente las promesas de Dios que encontramos en los diferentes libros sagrados ( Talmud, Corán, la Biblia, libro del Mormón, libros del Hinduismo y Budismo, etc.) son verdad, de seguro tendremos la aprobación del ser Superior si es que existe, y no nos hagamos responsables de participar del gran negocio que algunos han hecho de la muerte.
Un saludo
Agapito