martes, 23 de junio de 2020

Ilustres personajes Malagueños

ISABEL DE OYARZABAL : la Malagueña que se sentó en la ONU

Isabel nace en Málaga, un 14 de Junio del 1878, en la calle Peligros nº 1,  hija de una familia acomodada, su padre Juan Oyarzabal un próspero comerciante andaluz con raíces vascas, estaba casado con Ana Smith, una escocesa protestante veinte años más joven que su marido se educada en un ambiente liberal este tipo de educación será de trascendental importancia no solo en la educación en si misma, sino también un firme apoyo cuando esta decida tomar rumbos poco usuales en una sociedad regida por una dosis de analfabetismo altísima.

 Málaga vive, (como en toda España) una intransigencia religiosa muy marcada, en la que ella no se encontraba todo lo cómada que quisiera. Su propio padre le tenía prohibido leer de la biblioteca familiar autores como Benito Pérez Galdós, Alejandro Dumas u Honoré de Balzac, por considerar su influencia perniciosa para la educación de una joven católica. No es de extrañar pues, que Isabel paladeara sus veranos en el extranjero, en la casa familiar materna de Inglaterra, donde todo se le hacía atractivo. De aquellos veranos guarda el recuerdo de conocer a importantes sufragistas como Eunice Murriá; actores como Henry Irving o a la bailarina rusa Anna Pavlova. Un mundo a todas luces diferente al que vivía durante todo el año en Málaga y que quedará prendido en su memoria para siempre.

 Otro momento importante para la vida de Isabel Oyarzabal es el año 1898. Se había perdido la guerra con Cuba, España estaba en quiebra, sin embargo los que regresaban quebrados eran los soldados que a su llegada al puerto malagueño se encontraban heridos, hambrientos y sin dinero para hacer frente y costear el regreso a sus casas. Isabel entró a formar parte de los grupos de teatro que comenzaron a funcionar con el fin de obtener recursos económicos para hacer frente a las necesidades de estos soldados que se habían convertido en mendigos y  deambulaban por la ciudad. Fue su primera toma de contacto con el mundo del Teatro. De esa época según nos cuenta Matilde Eiroa, le viene el gusto y la afición por él, pero también le nace entonces o ella lo descubre, su conciencia 

El Teatro le conduce también a participar en la compañía de la familia Palencia-Tubau, donde conocerá a su futuro marido Ceferino Palencia Álvarez-Tuba y a participar en el proyecto El Mirlo Blanco que dirigía el cuñado de Azaña, Cipriano Rivas Cheriff en la casa de Pío Baroja, donde este había instalado un teatro de cámara que se podría llamar de ensayo, al ser representadas obras que no tenían cabida en un gran teatro. 

 Trabajando como actriz, se traslada a la capital con su madre a principios del siglo XX,  y es precisamente el ambiente que vive en Madrid lo que impregna a Isabel de una nueva inquietud. Su casa se había convertido en sede de tertulias a las que asistían importantes personajes del mundo de la poesía, la cultura, el arte y la intelectualidad, un mundo que hace que se desarrolle en ella unos intereses intelectuales que va enfocar hacia el periodismo. 
Es así como edita y funda La Dama, revista dirigida a las mujeres que según Eiroa, “resultó ser una forma decisiva y consciente de expresión escrita de su pensamiento y ambiciones”.

Sin duda el conocimiento del idioma materno fue la puerta que le abrió el mundo del periodismo fuera de nuestras fronteras, así pasa a formar parte del mundo laboral de la agencia de noticias inglesa Laffan News Bureau, que la nombra corresponsal en Madrid del The Standard. Otras colaboraciones las realiza para la cabecera también inglesa Illustrated London News, o para las españolas Blanco y NegroEl HeraldoNuevo Mundo y La Esfera.

Bien escribiendo para estas publicaciones o siendo noticia en ellas, Isabel Oyarzabal, con el seudonimo  (Beatriz Galindo) está presente en la prensa de los primeros cuarenta años del siglo XX. 

Su matrimonio en 1909 con el abogado, pintor y diplomático Ceferino Palencia, la sigue acercando al mundo intelectual. Tras el estallido de la I Guerra Mundial  comienza una etapa de su vida especialmente activa en torno al feminismo y a las organizaciones de mujeres que pedían la paz.


A finales de octubre 1923 junto a una comisión integrada por Julia Peguero y Benita Asas Manterola, miembros destacados también de la ANME, se reúne con Primo de Rivera para entregarle un mensaje de la Asociación Internacional para el Sufragio de la Mujer, en el que se solicitaba el derecho al voto femenino. Primo de Rivera en esa misma reunión contestó que la mujer tendría derecho al voto y ante la pregunta de si este sería universal, contestó que el voto femenino llegaría a España pero restringido.

Participó como delegada en el VII Congreso de la Alianza Internacional para el Sufragio de la Mujer celebrado en Ginebra y presidió la Liga Femenina Española por la Paz y la Libertad en la sección de la mujer y el niño. En esta etapa adquiere una toma de conciencia político-social diferente hacia los desfavorecidos, al pensar que la solución a los problemas no está en la caridad, sino en la resolución de la injusticia laboral y social existente en nuestro país, donde abundaba el bajo salario para los obreros y campesinos, el hambre, la pobreza, la falta de asistencia social y cómo no, las desigualdades existentes entre el hombre y la mujer.

 En 1930 fue la única mujer reunida en la Comisión Permanente de la Esclavitud en las Naciones Unidas, allí puso su voz a favor de una igualdad jurídica entre el hombre y la mujer.

Se afilió a la UGT y al PSOE en 1931. Durante la República accede a numerosos cargos públicos y es miembro de varios patronatos. Vocal del Consejo de Patronato del Instituto de Reeducación Profesional; vocal del Patronato del Museo del Traje Regional e Histórico. Vocal del Patronato Central para la Protección de Animales y Plantas. Formó parte de asociaciones y de instituciones relevantes de la época como el Lyceum Club,  del que llegó a ser vicepresidenta. También de la Agrupación de Mujeres Antifascistas Españolas junto a su presidenta Dolores Ibarruri y otras políticas destacadas como Victoria Kent, Margarita Nelken o la mujer que llegaría a encargarse durante la guerra de las relaciones con la prensa: Constancia de la Mora. El activismo por la paz y contra el fascismo se desarrolló en estas mujeres ya antes de la sublevación militar que dio comienzo a la Guerra Civil en España.

En el exilio mexicano del que nunca regresaría escribió la novela “En mi hambre mando yo” , en la que cuenta sucesos de la trágica contienda. El título de la obra se inspira en un hecho real que Fernando de los Ríos le cuenta a su hija Laura y aunque el hecho se produce en Las Alpujarras, Isabel lo traslada a un pueblo malagueño. Se trata de la contestación que da un campesino al cacique del pueblo ante la coacción de este para que votase.

Conferenciante de éxito y gran activista femenina, se dedica a trasladar al público y dar a conocer la obra de numerosas mujeres, esto le lleva a trabar amistad con Miguel de Unamuno.

 Durante la Guerra Civil colaboró con el gobierno de la República en el terreno del auxilio a la infancia y a la mujer y también fue nombrada ministra plenipotenciaria en la legación de Estocolmo, convirtiéndose en la primera española en ocupar el cargo de embajadora de la República. Un terreno este, el de la Diplomacia, en el que las mujeres no habían entrado hasta ahora y en el que tuvieron que afrontar grandes retos por los prejuicios existentes.


Isabel partiría el 1 de abril de 1939 con su marido y sus hijos hacia un exilio del que nunca más regresaría, pues moriría en Mexico el 28 de Mayo del 1974.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario