sábado, 20 de febrero de 2010

Teniendo claro lo que queremos en Febrero


Tengo claro lo que quiero, más no sé escribir lo que siento, pero sí de sentires me hablan, siento más que un mundo enfermo.
Pienso, hablo, digo cosas, nadie se fija en como las digo, nadie busca, nadie espera. ¿Qué será lo que me tranca pa soltar lo que enferma a mi conciencia? Me tranca la fuga, la indiferencia, el click del mago hoy no está conmigo, la fatiga el cansancio minan la experiencia.
Vaya vida más penosa, no expresar eso que quiero, pero a quien le importa, si ya todos tienen su pasaje de ida sin retorno. Si no hay tiempo para dar vuelta a la mirada, sigan, suban y bajen, andén la vida, mírense al espejo. ¿Que ven? ¿Qué miro? ¿Qué siento? ¡Qué importa!
Siento que las palabras se deslizan por su cuenta, ni cuenta me doy que existen ni me detengo a pensar lo que dicen, para qué, dime ¡para qué! si da lo mismo. Que fluyan solas, que se detengan, que se escriban tras un paréntesis de horror, ¡y qué más da! si solo te detienes frente a las palabritas que saben a miel, a esas que embetunan tu frágil vida de inconsciente ser. Las que saben a dolor, a fuego a intento no tienen espacio para tu olfato leve aspirando el viento.
Aquí me quedo, en la estación del mes de febrero, en las intenciones maltrechas de un vagón de quinta te espero.
¿Vendrás? ¡Seguro que no! porque hace mucho que perdiste la dirección del arrebato, la fuerza brutal de la alquimia de tus pensamientos. El destino, la pasión, quedaron mudos en los recodos de tus cimientos.
El alma duerme para quien no es capaz de saltar por encima de sus pobres sentimientos.
Un saludo: Agapito

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