lunes, 25 de noviembre de 2019

RELATO DE UNA HUIDA

Mientras abría el portal y dejaba que entrasen en el sus tres hermanos y su madre, Blas no podía dejar de pensar en su hermano pequeño Dioni, habían salido de casa -el numero tres de calle Picacho- hacia dos días. Asustada por las voces de Maruchi la mujer de Miguel, la del segundo izquierda, su madre Regina había salido al pasillo, Maruchi se le hecho encima asustada gritando,- Regina, Regina vámonos, han entrado los fascistas por el camino de Antequera, vienen los Italianos y los moros, violan a las mujeres y a sus hijas, matan a los hombres, están empujados por el discurso de ese general que escuchamos en la radio, que habla desde Sevilla-, Maruchi hablaba atropelladamente sin parar, Regina trataba de calmarla, pero le resultaba del todo imposible. Su hijo mayor Agapito hacia una semana que no iba por casa, estaba, le habían comentado, cavando trincheras, con sus compañeros de la CNT, en la zona de pescadería, pues preparaban baterías de cañones con el objetivo de detener la posibilidad de que desembarcasen en el muelle los sublevados fascistas. Si el hubiera estado en casa de seguro habría sabido sin dudarlo que decisión tomar, pensó Regina, pero al escuchar a Maruchi, tan asustada gritando y al mirar a su querida hija Maruja, ya tenia 18 años y era tan bonita, se asusto. Blas acababa de llegar del trabajo, de la tienda de coloniales. Almacenes Galván, que estaba en el Pasillo Santa Isabel, < su madre Regina le dijo, ¿que hacemos Blas? >, vienen los fascistas italianos y los moros matando y violando a las mujeres, el también se asusto, le dijo, vámonos mama no podemos quedarnos, y no tenemos tiempo de avisar a la tía María.Y sin dudarlo, empaquetaron en una maleta unas cuantas mudas de ropa, y salieron atropelladamente cargados con la maleta y algunos hatillos a la calle, los cinco hermanos junto a su madre. Subieron calle de la Victoria, andando a paso ligero doblaron a la derecha por la calle Ferrándiz, y bajaron hacia el limonar para coger la carretera de Almería.Cuando llegaron a la carretera de Almería por la zona del limonar, Blas quedo impresionado al ver la cantidad de personas, (miles), que venían desde Málaga, hombres., mujeres, niños, familias completas con carros hasta los topes cargados de enseres, hasta muebles llevaban. Blas apretó la mano de su hermano pequeño Dioni, miro a su madre que cogida del brazo de su hermana Maruja caminaban a su lado, detrás a unos pasos, Rufino y Paquito sus otros dos hermanos, hablaban de futbol, despreocupados, como si fueran de excursión al campo, como tantas veces hacían.                        

Llevaban andando junto a la multitud de personas aproximadamente cinco horas y al fondo en la lejanía diviso un enorme barco que dispuso sus cañones hacia la carretera y comenzó a vomitar fuego sin parar, el caos que se origino fue tremendo.Las mujeres chillaban, los niños lloraban, observo a Miguel el marido de Maruchi, que se tiraba al suelo, en la cuneta abrazando a su esposa, su instinto le hizo hacer lo mismo, buscar refugio en los desniveles de la cuneta.Cuando se dio cuenta vio que su hermano Dioni, se había soltado de su mano, busco con la mirada desesperado entre la gente, en ese momento un hombre alto, que solía verlo vendiendo coquinas en la plaza de la Merced, le grito al verlo desesperado, -lo he visto correr hacia arriba, al monte -.Blas busco mientras corría, hacia arriba de la carretera con desesperación a su hermano Dioni, su madre Regina, le grito - ¿y el Dioni, donde esta? -. Pasaron toda la noche buscando entre la gente y preguntando si alguien había visto a un niño de diez años, rubio y muy guapo.Amaneció y nada, del Dioni no había ni rastro, su desesperación junto a la de su madre y hermanos era difícil de consolar, por más que las personas de su alrededor intentaban consolarlos, se resistían a ello.
Como era posible- se preguntaba Blas- el no era persona que le gustara la política-, pero era tan evidente el cambio que se había efectuado entre las personas y en la misma ciudad de Málaga desde el 14 de abril, el día que se proclamo la Republica, que no entendía como había gente que quisiera acabar con ella.En solo poco mas de cinco años, desde aquella mañana del 14 de abril que salió a la plaza de la Constitución, (o 14 de Abril como se le conocía ahora), junto a su hermano Agapito, que la gente vitoreaba la nueva republica, - la plaza estaba a reventar, de bote en bote, - mujeres, niños, abuelos -, se había experimentado un cambio para mejor, evidente. Pensaba en la educación, mientras antes de la Republica la mayoría de los malagueños y malagueñas eran casi analfabetos, cuando llegó con su madre y hermanos de Puertollano el 12 de enero del 29, con solo 15 años, observo que, -la educación solo estaba al alcance de unos pocos privilegiados -, los contrastes en cuanto a la enseñanza eran muy evidentes, antes casi no había escuelas publicas, la gran mayoría eran de pago, y a esa solo iban los hijos e hijas de las familias con dinero.                                                                                                                                                                             Cuando se proclamo la II Republica se efectuó un cambio impresionante, se abrían escuelas por todos lados, decían que había mas de 120 escuelas publicas, se había procurado que los maestros ganasen un salario más digno, - había un dicho que decía-pasa mas hambre que un maestro escuela-.                  

Se estaban dotando a todos los colegios con medios suficientes para afrontar sus necesidades, y de esta forma estar equipados para formar a todos los niños, niñas y jóvenes, de una manera eficaz.Su hermano Dioni, sabia leer con fluidez, desde hacia años, a pesar de su corta edad, el mismo, había aprendido francés en el colegio de don Pascual, en la plaza de la Merced.Los colegios se habían multiplicado, ya era raro ver a un niño que no supiera leer, escribir, y las cuatro reglas.Por estas razones no entendía, como era posible que hubieran pertrechado esta barbarie, con el único objetivo de que el gobierno legalmente constituido no siguiera gobernando, cuando lo que estaba haciendo eran cosas buenas por todas las familias.Se encontraba Blas en estos pensamientos cuando empezó a pasar gente junto a su lado en dirección a Málaga, pasaron la Maruchi y el Miguel, tanto su madre Regina como el mismo le preguntaron, ¿pero donde vais?, de vuelta a Málaga, no se puede seguir adelante, las bombas de los barcos han roto toda la carretera, dicen que ya no hay puentes para cruzar el rio ni los arroyos.Miro a su madre que con lagrimas en los ojos, murmuraba- mi niño, pequeño, donde estará-, le paso los brazos por los hombros, y le susurro al oído, volvamos a casa mama, ya nada podemos hacer, veras como esta bien, seguro que se ha encontrado con alguien conocido y se volverán también, y consolando de esta manera a su madre, junto a sus hermanos Paquito, Rufino y Maruja, dieron media vuelta y encaminaron sus pasos de vuelta a Málaga, con incertidumbre de no saber que se encontrarían, y la desesperación de haber perdido a su hermano pequeño de solo diez año, Dioni.

Enfilaron calle de la Victoria al anochecer, y cuando subieron a casa, observaron que todo estaba tal cual lo habían dejado.Al amanecer llego Agapito, le contaron todo lo sucedido, el dijo, - como habéis hecho esa locura, nosotros no hemos hecho nada a nadie, no nos puedes pasar nada -, Regina lloraba sin parar y entre lagrimas musitaba pidiendo perdón, y diciendo todo por mi culpa, hemos perdido al Dioni, que será de el, donde estará.
Amaneció, y Blas se aseo, cambio de ropa y salió a la calle hacia su trabajo en el Pasillo Santa Isabel.     Pasaron los días, las semanas, los meses…, y aunque se escuchaban que estaban deteniendo y matando a muchas personas, mujeres y hombres, Blas estaba relativamente tranquilo, pues como decía su hermano Agapito, (el si que sabia de política), estaban convencidos de que ellos no habían hecho nada malo, solo habían huido hacia Almería asustados por miedo, por las cosas que contaban los vecinos. 

Pasaron los meses y una tarde de verano del 38 se encontraba atendiendo a un cliente en la tienda, cuando entró un señor preguntando, - ¿trabaja aquí Blas Garrido? -, inmediatamente se giro, observo al individuo y contesto, que desea caballero, yo soy Blas Garrido. El señor le dijo, podríamos hablar un momento, Blas le indico que se fuera al fondo del mostrador que estaba vacío y le esperara que terminara con el cliente que estaba atendiendo.Después de despachar al cliente, se dirigió hacia el fondo del mostrador, allí esperaba el que había preguntado por el, observo al pasar junto a su jefe Diego Galván, que estaba en la caja, como lo seguía con la mirada y no perdía detalle de la conversación que mantenía con el caballero.Conforme este hombre hablaba, el semblante de Blas iba cambiando, se le escapaban las lagrimas, termino de hablar con aquel caballero y se despidió de el dándole un fuerte apretón de manos.Don Diego, que no perdía detalle, lo llamo y le pregunto- ¿que pasa Blas?-, le contesto, ¿no recuerda que le comenté que el día que entraron las tropas de Franco a Málaga mi hermano Dioni se perdió, en la calle la Victoria y no sabemos lo que le había pasado?, si, le contesto Don Diego,- pues se había ido siguiendo a la gente que huía hacia la carretera de Almería, ha llegado hasta la capital, allí andando por las calles, un vecino del barrio y amigo, que se había ido hace años a trabajar allí lo conoció, y le dijo que se quedara con el- Blas mintió, pues no le había contado a nadie las peripecias que pasaron su madre, sus hermanos y el mismo-, bueno continuo, pues este señor ha venido a decírmelo, - la persona con el cual esta mi hermano Dioni, sabe donde trabajo, y le ha encargado que me lo diga -, los compañeros dependientes de la tienda escuchaban con atención la explicación de Blas, y todos comenzaron a felicitarlo y darle la enhorabuena.Después de felicitarlo Don Diego por la buena nueva, le conmino a todos, - ‘ala’ a volver al trabajo, que esta la tienda llena de gente -.

Pd: Dioni, volvió a Málaga al terminar la guerra, cuando Almería fue tomada por las tropas golpistas rebeldes, y ya se pudo circular por las carreteras con cierta normalidad.
                                                Málaga 9 de Febrero del 1937                                                     

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